Capítulo LIII
Miércoles. Podemos cortar la semana con un rato de lectura en este día que a la mañana parecía prometer sol pero a la tarde se nubló. ¡Agrandamos la letra! Les cuento que soy un año más vieja que la última vez que subí al blog. Sí: el martes cumpí 52. Me contaron varios eufemismos, como "ya no los cumplo, los conmemoro" y "no envejezco, acumulo experiencia". ¡Ja, ja!
Capítulo LIII
Los diarios siguen el caso de la
muerte de Alejandra. Carolina piensa que es tiempo de irse, pues considera que
su trabajo está finalizado, pero Walter le pide que no lo haga, y requiere de
su presencia para las promociones del nuevo disco. Ella, por otro lado, también
cree prudente quedarse por la situación de Miguel.El lanzamiento y el crimen parecen
mezclarse: mientras el disco se vende con éxito, los periodistas y los fans
buscan una explicación a cómo se han visto involucrados, primero el cuñado y
luego la hermana del cantante, en un asesinato.Walter telefonea a Carolina para
avisarle que Miguel ha regresado y deciden ir juntos a verlo a su departamento.Las noticias son muy poco
halagüeñas: el estado psíquico de su hermana parece enriquecer las sospechas de
su culpabilidad y viceversa, la situación por la que está pasando ha denigrado
mucho los progresos logrados con la terapia.Según los abogados le contaran a
Miguel, el interrogatorio ha sido muy hostil. La policía cree que nadie podría
ser más sospechosa que la esposa ante un marido infiel.Dejaron que Miguel la visitara,
pero por más perspectivas optimistas que le dio, el rostro de su hermana no
mentía: estar en un lugar tan poco hospitalario no ha contribuido en nada a su
salud mental. Afortunadamente, él había conseguido que le permitieran la visita
de su psiquiatra, con lo cual consideraba que se sentía más contenida.Por otro lado, él también se
encuentra muy presionado por los fotógrafos que lo esperan en la puerta y las
revistas que quieren entrevistarlo. Por eso, cuando les cuenta esto, su cara
está demacrada, con las huellas del cansancio y la preocupación._ ¿Saben lo que sería para mi
hermana la cárcel? En la situación en la que está, no lo podría superar.
¡Justamente ahora que el tratamiento estaba rindiendo frutos!_¡ Pero no, hombre, no! ¡Ni se te
ocurra! ¿Cómo van a condenarla si no hay ninguna prueba siquiera de que ella
haya estado allí?_lo anima Walter_La descripción de la mujer . . ._ La descripción de una mujer de
figura regular, mediana estatura, un pañuelo y unos lentes oscuros puede sentarle
al cincuenta por ciento de las mujeres. _ dice Carolina, a lo que el productor
asiente con la cabeza.El celular de Walter suena y él
atiende:_Sí, soy yo . . .ya lo sabía. No,
no va a dar entrevistas personales por ahora . . .Esa noche Carolina se va muy
preocupada a dormir. Después de unos días de mails
entre Marta y Carolina y Carolina y Ricardo, a Carolina se le ocurre una idea:
que Marta la visite. Así se lo hace saber por mail. Su amiga hace un paréntesis
en su trabajo de artista plástica y prepara todo.Cuando Juan y Carolina van al
aeropuerto, no sólo encuentra a su amiga: cerca de ella, un poco apretado por
la muchedumbre, como usualmente ocurre en los aeropuertos, se va acercando una
cara muy familiar. No puede creerlo. Todo parece transcurrir en cámara lenta:
ella misma actúa fuera del marco del tiempo y el espacio: presenta a Juancito a
sus amigos, saluda afectuosamene a Marta y queda mirando frente a frente a
Ricardo. No puede pronunciar palabra. Es él el que dice:_ Echáme y me vuelvo.Marta y Juancito no saben dónde
ubicarse para actuar discretamente.Ella continúa mirándolo profundamente a los ojos: los penetra, los
aniquila de interrogantes y casi inconscientemente contesta:_Quedáte.Se dirigen hacia el auto. Entre
Juan y Marta la confianza es inmediata, especialmente para llenar con su charla
el silencio tenso entre Ricardo y Carolina. En el trayecto, Marta pide que los
acerquen a un hotel conocido y económico, pero Juan no la deja terminar la
frase:_ ¡De ninguna manera!Carolina (sentada en el asiento
del acompañante), le aprieta con fuerza la rodilla a Juan, que contesta con una mirada fulminante,
soportando el débil dolor._ Vos, Marta, te quedás en el
apartamento con Carolina y vos, Ricardo, conmigo. No son lugares enormes, pero
sí espaciosos. Además, ¡así pasaremos el día juntos! Especialmente ahora, que
no tenemos tanto trabajo.Carolina no puede más: la
presencia de Marta no es inoportuna pero pensar que verá a su ex novio casi
desde que se levante, después de la última imagen que él representa, no le
resulta cómodo.Con acento recalcado, el estilista
dice:_ ¿No es cierto, Carolina?_ y
ahora es él quien pellizca.Sus amigos no ven la expresión de
su rostro cuando responde:_ Por supuesto . . . ¿cómo iba a
ser de otra manera?Cuando llegan, mientras Marta y
Juancito establecen una latente amistad (la peculiaridad de sus personalidades
hacen eso posible), en el departamento de Carolina, Ricardo le cuenta cómo
fueron las cosas realmente. Ella no sabe si creerle o no, y, aunque desea
llorar, se controla; él quiere darle un abrazo pero ella lo rechaza. Le dice
que puede quedarse pero que no tendrán una relación amorosa. Él le dice que se
conformará con estar cerca y le probará que siempre le ha sido fiel y que la
ama.Esa tarde Walter y Carolina
vuelven a visitar a Miguel para tener noticias: comenzará el juicio de su
hermana. Él está preocupado: hay una “guerra” entre la compañía disquera, que
quiere que haga la promoción de su CD con presentaciones personales, y su
necesidad de estar en Acapulco.Walter se retira para ocuparse de
eso pero insiste en que Carolina no tiene por qué irse con él. Miguel también
refuerza la invitación y ella se queda. Él le pregunta por qué no ha regresado
a su casa, aunque le asegura que para su próximo CD también será la autora.
Ella le explica que quiso quedarse por lo de su hermana y también por sus
visitas.Miguel trata pero no puede
disimular sus celos con respecto a Ricardo:_ Y . . .¿qué vas a hacer? ¿Vas a
perdonarlo? ¿No te parece que su estadía aquí va a confundirte?_ Pero él dice que es inocente._ ¡Claro! ¡Qué va a decir! Pero
las circunstancias en las que lo encontraste . . .¿Te parece que pueden tener
alguna explicación lógica todos esos “detalles”?_ Pero . . .Miguel . . .si no te
conociera diría que estás celoso.Él cambia el tono:_ ¡Sí! Lo admito. Nada me da
derecho más que un beso furtivo que nos dimos. El saberte una mujer
extraordinaria _la toma de la mano _y el haberte visto sufrir por él.Miguel le mira la boca: no es
provocativa, ni carnosa, pero ya la probado y sabe de su dulzura. Nada desea
más en ese momento que tenerla otra vez. Por instinto se acerca a ella y con un
freno racional se aleja, pero ese segundo es suficiente para sentir su aliento
y alimentar sueños.Carolina no se ha dado cuenta y
sólo se le ocurre ser agradecida._Gracias, sé que tu preocupación
es de amigo leal, pero no te preocupes. Ya no soy la chica ingenua que llegó
por primera vez aquí, en parte gracias a vos y a Walter. Y a Juancito, por
supuesto. No podrá convencerme así no más. Se trata de revivir lo pasado o
empezar de nuevo. Y no sé si estoy dispuesta a alguna de las dos cosas._ Entonces: ¿por qué le permites
permanecer aquí contigo?_No será mucho tiempo: sólo quince
días._ ¿Y crees que en ese período
podrán resolver el problema? _ la toma del brazo y ella lo mira a los ojos._ Sinceramente, no lo sé Miguel,
pero tengo que averiguarlo. No puedo pasarme el resto de mi vida pensando: “Y
si acaso . . .”Hay un silencio y ella aprovecha a
despedirse:_Bueno, mejor te dejo descansar.
Estarás exhausto con lo de Acapulco._No, no; quédate un momento más
que quiero halarte. Toma asiento de nuevo, por favor. Mañana no iré a Acapulco
pues los abogados me dijeron que no sería útil. Hay otra promoción del compacto
cerca de México y me gustaría que, junto a Walter y Jorge Díaz me acompañaras.
Además de que quiero que los conozcan y descubran su talento, me serán de gran
apoyo afectivo._Ya sabés que no me gusta ser el centro de la atención, pero .
. ._ ¿Todavía no te acostumbraste? _ No del todo. Pero para ayudarte no tengo
dudas. Y ahora mejor me voy.Carolina
ha empezado a sentir el calor del ambiente, y con Ricardo en México, lo último
que necesita son más confusiones.Él la
despide y el corazón le late como si fuera la última vez que la verá, pero sabe
que no es el momento de dar rienda suelta a sus emociones.
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