Hoy pudimos olvidarnos de que aún estamos en invierno. Nos recuperamos un poco de estos últimos días de viento, frío y lluvia. Hermoso atardecer.
Capítulo LVI
Llega el juicio a Nélida. La sala está
llena: abunda en curiosos y de periodistas que quieren saber más de este
asesinato de tabloides. No van sólo por Nélida, sino por captar en esos
momentos las reacciones de su ídolo.
Es decisivo: Alicia ha quedado
libre bajo fianza y este juicio significa todo para ella, pues la demostración
de la culpabilidad de una llevará a la libertad de la otra. Por eso están todos
presentes: Miguel, Juancito, Walter, Carolina y hasta Aurora. Todos interesados
en este desenlace. Ricardo también acude, en parte llevado por la curiosidad
del caso, y, sin duda, por conocer personalmente al famoso Miguel. Quiere saber
con quién ha estado Carolina y averiguar en su mirada si es quien la ha estado
alejando de él: Carolina se lo presenta y observa que se miran profundamente.
Hay muchas cosas que no se dicen, pero el aire queda lleno de interrogantes que
ninguno se atreve a traducir en palabras: “¿Lo seguirá amando? Después de todo
tendrán muchos recuerdos compartidos y eso hace una ligazón muy grande” se
pregunta Miguel. Mientras, Ricardo se inquieta: “¿Me dejará por él? Es apuesto,
talentoso, famoso y debe de tener una fortuna. Si Carolina hace una comparación
. . .Bueno, pero tenemos recuerdos que con él no posee. Quizás los hayan construido ahora. Tal vez
cuando nos separamos, él haya sido su paño de lágrimas. Además . . .tantas
horas trabajando juntos . . .el acercamiento debe de haber sido inevitable.
Está bien, él debe de tener mujeres disponibles a montones, pero . . .¿Quién
puede permanecer impasible ante la dulzura de Carolina? Habrá notado que es
diferente a todas las que ha conocido. Se habrá dado cuenta de que no es un
juguete.”
Traen a Nélida y esos pensamientos
se dispersan para dar lugar a otro: analizar su aspecto. Sin maquillaje y con
el cabello peinado sencillamente, está muy cambiada. Pero hay algo que
sobresale entre lo demás: no tiene una expresión contrariada. Está calmada y
hasta parece que sonriera, como si no se diera cuenta de dónde está y cuál es
su situación. Echa una mirada rápida al lugar, pero esto parece no afectarla y
no busca a nadie en particular, sino que rápidamente baja la cabeza, cruza las
manos y se queda con los ojos fijos en ellas.
La defensa hace las preguntas de
rigor y ella niega, entre otras cosas, la posesión del arma. Luego le toca el
turno a la fiscalía.
Llaman como testigo al dueño de la
armería, quien declara que esa mujer es bastante parecida a la que adquiriera
por aquellos días el arma en su negocio.
En cuanto a su viaje a Acapulco,
dice que fue a ver a una amiga. Sin embargo, según el fiscal, el nombre que
ella da no existe entre los residentes en Acapulco. Además, le preguntan por
qué se regresó al día siguiente. Responde que su amiga tenía que irse.
_ ¿Cómo es que no avisó antes de
su visita?
_Quería darle una sorpresa.
Le preguntan si está embarazada y
le recuerdan que está bajo juramento. Responde afirmativamente, mientras
retuerce sus dedos.
_ ¿Quién es el padre?
Mueve la cabeza dando indicios de
que no responderá a esa pregunta, pero el juez la obliga y ella señala a Néstor,
que está en la sala. El fiscal hace notar a la dactilógrafa que deje constancia
del nombre y apellido.
_ ¡Mentira! _ grita él,
levantándose.
El juez pide orden y un oficial se acerca a
él, así que vuelve a sentarse.
Alicia, mientras tanto, sorprendida,
se echa a llorar, y su hermano, que está a su lado, le pasa el brazo por los
hombros para consolarla. El fiscal arremete:
_ ¿Y no será ese embarazo y el
saber que el padre no lo iba a apoyar, lo que empezó a trabajar en su mente
y . . .?
Ella está con la mirada fija en su
ex amante y de sus ojos empiezan a brotar lágrimas silenciosas.
_ No . . . no . . . _ empieza a
decir, mientras el fiscal comienza a acercársele más y a levantar la voz:
_ Y los celos, ¡los celos! Esos
terribles celos que la corroían porque mientras usted esperaba a su hijo, él la
despreciaba yéndose con una mujer de la
cual conocía el rostro.
_ ¡No!
_ ¿Cómo podía irse con esa que
tenía aspecto de cualquiera, dejándola a usted, que siempre lo había apoyado
tanto?
Ella mueve la cabeza y la
desesperación se refleja en su rostro.
_ ¿No es cierto que esos
sentimientos fueron creciendo y creciendo hasta hacerle maquinar un plan, una
venganza para varios: la esposa, la amante y el malagradecido padre de su hijo?
Ella sigue mirando fijamente a Néstor y las imágenes
pasan por su mente de manera vertiginosa: los besos de los primeros tiempos,
sus escapadas sin que Nélida se enterara, la manera en que había querido
mejorar su estima a los ojos de Miguel robándole las letras a Carolina, la
invención de su embarazo y la actitud de él al respecto. Y lo peor de todo: su
abandono tan descarado, como si ella nunca hubiera existido, como si ella fuera
algo que se usa y se descarta. Ya casi no escucha al fiscal, pero una voz interior
la presiona, haciendo que la calma que tenía al entrar se esfume y dé lugar nuevamente a los sentimientos de
odio.
Finalmente, la tranquilidad con
que había entrado termina de evaporarse y toda la rabia se despliega por la
sala con sus palabras cargadas de rencor. Ni siquiera le importa condenarse con
tal de desahogarse.
_ ¡Sí, sí! ¡Me cansé de que se
rieran de esta pobre estúpida que te ayudaba en todo y no podía mostrar su amor
a la luz! Esta vez quería ser yo la que riera . . .¡Yo! _ríe de manera
histriónica.
El juez le pide calma, pero ella
ya se ha parado y mira a Néstor, como hablando para él exclusivamente:
_ ¡Qué me importa que me hayas
engañado, quizás no sólo esta, sino otras veces! ¡Qué me importa que otra sea
tu esposa! _se toca el vientre_ ¡Yo soy la única que te dará un hijo!
¡Yo!
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