jueves, 8 de septiembre de 2016

Volvió el sol y trajo el capítulo LVI

Hoy pudimos olvidarnos de que aún estamos en invierno. Nos recuperamos un poco de estos últimos días de viento, frío  y lluvia. Hermoso atardecer.

Capítulo LVI

Llega el juicio a Nélida. La sala está llena: abunda en curiosos y de periodistas que quieren saber más de este asesinato de tabloides. No van sólo por Nélida, sino por captar en esos momentos las reacciones de su ídolo.
Es decisivo: Alicia ha quedado libre bajo fianza y este juicio significa todo para ella, pues la demostración de la culpabilidad de una llevará a la libertad de la otra. Por eso están todos presentes: Miguel, Juancito, Walter, Carolina y hasta Aurora. Todos interesados en este desenlace. Ricardo también acude, en parte llevado por la curiosidad del caso, y, sin duda, por conocer personalmente al famoso Miguel. Quiere saber con quién ha estado Carolina y averiguar en su mirada si es quien la ha estado alejando de él: Carolina se lo presenta y observa que se miran profundamente. Hay muchas cosas que no se dicen, pero el aire queda lleno de interrogantes que ninguno se atreve a traducir en palabras: “¿Lo seguirá amando? Después de todo tendrán muchos recuerdos compartidos y eso hace una ligazón muy grande” se pregunta Miguel. Mientras, Ricardo se inquieta: “¿Me dejará por él? Es apuesto, talentoso, famoso y debe de tener una fortuna. Si Carolina hace una comparación . . .Bueno, pero tenemos recuerdos que con él no posee.  Quizás los hayan construido ahora. Tal vez cuando nos separamos, él haya sido su paño de lágrimas. Además . . .tantas horas trabajando juntos . . .el acercamiento debe de haber sido inevitable. Está bien, él debe de tener mujeres disponibles a montones, pero . . .¿Quién puede permanecer impasible ante la dulzura de Carolina? Habrá notado que es diferente a todas las que ha conocido. Se habrá dado cuenta de que no es un juguete.”
Traen a Nélida y esos pensamientos se dispersan para dar lugar a otro: analizar su aspecto. Sin maquillaje y con el cabello peinado sencillamente, está muy cambiada. Pero hay algo que sobresale entre lo demás: no tiene una expresión contrariada. Está calmada y hasta parece que sonriera, como si no se diera cuenta de dónde está y cuál es su situación. Echa una mirada rápida al lugar, pero esto parece no afectarla y no busca a nadie en particular, sino que rápidamente baja la cabeza, cruza las manos y se queda con los ojos fijos en ellas.
La defensa hace las preguntas de rigor y ella niega, entre otras cosas, la posesión del arma. Luego le toca el turno a la fiscalía.
Llaman como testigo al dueño de la armería, quien declara que esa mujer es bastante parecida a la que adquiriera por aquellos días el arma en su negocio.
En cuanto a su viaje a Acapulco, dice que fue a ver a una amiga. Sin embargo, según el fiscal, el nombre que ella da no existe entre los residentes en Acapulco. Además, le preguntan por qué se regresó al día siguiente. Responde que su amiga tenía que irse.
_ ¿Cómo es que no avisó antes de su visita?
_Quería darle una sorpresa.
Le preguntan si está embarazada y le recuerdan que está bajo juramento. Responde afirmativamente, mientras retuerce sus dedos.
_ ¿Quién es el padre?
Mueve la cabeza dando indicios de que no responderá a esa pregunta, pero el juez la obliga y ella señala a Néstor, que está en la sala. El fiscal hace notar a la dactilógrafa que deje constancia del nombre y apellido.
_ ¡Mentira! _ grita él, levantándose.
 El juez pide orden y un oficial se acerca a él, así que vuelve a sentarse.
Alicia, mientras tanto, sorprendida, se echa a llorar, y su hermano, que está a su lado, le pasa el brazo por los hombros para consolarla. El fiscal arremete:
_ ¿Y no será ese embarazo y el saber que el padre no lo iba a apoyar, lo que empezó a trabajar en su mente y  . . .?
Ella está con la mirada fija en su ex amante y de sus ojos empiezan a brotar lágrimas silenciosas.
_ No . . . no . . . _ empieza a decir, mientras el fiscal comienza a acercársele más y a levantar la voz:
_ Y los celos, ¡los celos! Esos terribles celos que la corroían porque mientras usted esperaba a su hijo, él la despreciaba yéndose con  una mujer de la cual conocía el rostro.
_ ¡No!
_ ¿Cómo podía irse con esa que tenía aspecto de cualquiera, dejándola a usted, que siempre lo había apoyado tanto?
Ella mueve la cabeza y la desesperación se refleja en su rostro.
_ ¿No es cierto que esos sentimientos fueron creciendo y creciendo hasta hacerle maquinar un plan, una venganza para varios: la esposa, la amante y el malagradecido padre de su hijo?
Ella sigue  mirando fijamente a Néstor y las imágenes pasan por su mente de manera vertiginosa: los besos de los primeros tiempos, sus escapadas sin que Nélida se enterara, la manera en que había querido mejorar su estima a los ojos de Miguel robándole las letras a Carolina, la invención de su embarazo y la actitud de él al respecto. Y lo peor de todo: su abandono tan descarado, como si ella nunca hubiera existido, como si ella fuera algo que se usa y se descarta. Ya casi no escucha al fiscal, pero una voz interior la presiona, haciendo que la calma que tenía al entrar se esfume  y dé lugar nuevamente a los sentimientos de odio.
Finalmente, la tranquilidad con que había entrado termina de evaporarse y toda la rabia se despliega por la sala con sus palabras cargadas de rencor. Ni siquiera le importa condenarse con tal de desahogarse.
_ ¡Sí, sí! ¡Me cansé de que se rieran de esta pobre estúpida que te ayudaba en todo y no podía mostrar su amor a la luz! Esta vez quería ser yo la que riera . . .¡Yo! _ríe de manera histriónica.
El juez le pide calma, pero ella ya se ha parado y mira a Néstor, como hablando para él exclusivamente:
_ ¡Qué me importa que me hayas engañado, quizás no sólo esta, sino otras veces! ¡Qué me importa que otra sea tu esposa! _se toca el vientre_ ¡Yo soy la única que te dará un hijo!
¡Yo!









No hay comentarios:

Publicar un comentario