¡Domingo olímpico! Ya está por jugar Del Potro. ¡Qué nerrrrrviooosssss! ¡Vamos Argentina!
Capítulo XLVII
Miguel se ha quedado pensando en las palabras de
Walter más de lo que quisiera, y por más que ensayan la entrevista para la
televisión con Carolina, no se ha atrevido a estar con ella a solas. Además, al
menos tres veces durante las reuniones se le aparece la imagen de ellos en el
confuso beso.
Hay otra cosa que lo hace meditar: ha tratado de
observar las actitudes de Carolina para averiguar de qué manera la ha afectado.
Ella disimula muy bien, pero él alcanza a entrever que también está evitando el
tema.
¿Y si este estado de tensión afectara su rendimiento
en la entrevista? ¿No sería mejor enfrentarlo antes?
Además, tiene que aceptar que su amigo no está muy
errado: ¿Hasta cuándo estarían así, esperando a que se produjera otro encuentro
inevitable o que las cosas se disolvieran por arte de magia? La excusa de aquel
encuentro furtivo de manos, sobre el “trato estrictamente profesional”, está
descartada. El resultado ha sido completamente negativo, a juzgar por los
recientes hechos. Mejor sería enfrentar las cosas. ¿Con qué armas? ¿Tiene realmente algo claro para decirle?
¿Sería conveniente confesarle que no había sido una casualidad y que sólo dio rienda
suelta a algo que aún no sabía cómo definir? Él, que era tan seguro para otras
cosas, debería lanzarse a una charla para la que no tenía norte, ante una
persona que sabe que le causa sentimientos perturbadores.
Así es como, la víspera de la entrevista por
televisión, cuando terminan de trabajar, toma aire, y, ante el asombro de
Walter, a quien no había comentado nada de lo que haría, le pide a Carolina que
lo espere. Al principio había pensado que su “refugio”, que había sido el lugar
clave, no era lo apropiado, pero la oficina le parecía muy fría y la cafetería
era demasiado pública, así que volvió a su idea primigenia.
Carolina no sospecha nada. Está convencida, por el
comportamiento de él en los últimos tiempos, que trataría de echar todo al
olvido, así que cuando la conduce al lugar, piensa que estará Walter. Ni
siquiera cuando está allí sospecha nada. Sólo unos minutos después, cuando
traen dos jugos de naranja y Miguel los agradece, ella advierte su gesto grave.
_ Bueno . . . _ comienza él. Carolina confirma sus
temores y empieza a enrojecer _tengo que confesarte que no quería hablar de
esto pero me parece que debo . . . debemos enfrentarlo de una vez.
Carolina está por preguntarle si se refiere a lo del
beso, pero no lo hace porque sabe que es obvio, así que lo deja hablar y
asiente a lo que él dice, para que sepa que lo entiende. Miguel se ha metido en
una maraña de palabras: la situación delicada de ella, la debilidad de él, la
impresión que le causó desde el principio, su generosidad, la belleza que había
florecido la noche de la fiesta, la “electricidad” de aquella vez en la
oficina.
_ Pero ya no puedo negar más que algo me sucede
contigo, Carolina. Lamento no poder explicarte nada más, porque ni yo mismo lo
sé. Además, no sería justo, sabiendo de tu vulnerabilidad actual. Pero, a pesar
de que creo que nuestro trato no debe cambiar, te aseguro que dedicaré tiempo a
pensar en esto.
Ella ha permanecido en silencio, con los ojos muy
abiertos, así que él debe preguntarle:
_Carolina, ¿qué es lo que tú piensas?
Ella suspira, como para volver a la realidad y
parpadea:
_Yo . . .yo creo que estás exagerando un poco: como
bien dijiste, fue la vulnerabilidad, el momento. Pero esos sentimientos . . .no
es que desconfíe de tu palabra pero estás hablando de un deslumbramiento que yo
no puedo producir. Piensa en la noche de la fiesta: te parecí bonita porque
nunca me habías visto vestida así, pero, ¿cuántas mujeres más hermosas has tenido?
¡Miles!
Él va a interrumpirla, pero ella se adelanta:
_ Estoy de acuerdo en que lo pienses si te parece
necesario, pero no le des tanta importancia, o sólo terminarás de confundirte
más _ ella misma se admira de dar consejos sobre confusión.
Él asiente y hablan muy poco más, como para llenar
incómodos baches, hasta que se despiden. En el ascensor, Carolina todavía
tiembla. Se mira los brazos: tiene piel de gallina.
Cuando en el balcón de los chismes y las
lamentaciones, le cuenta a Juan la conversación que han tenido, él se asombra.
No pensaba que Miguel se atrevería a un encuentro frontal, pero no está de
acuerdo con la poca importancia que le da Carolina.
_Perdonáme si no coincido con vos, pero Miguel no es
un hombre de tomarse las cosas a la ligera: es sofisticado, tiene mucha
experiencia . . . le debe haber costado decidirse a abordar así la cuestión . .
.es decir, tiene que haber sido por algo muy importante. Y si te dice que tiene
que pensarlo . . . _ continúa pintándose con brillo transparente las uñas
__ ¿Qué querés decir?
_ ¡Vamos, Caro! ¡No vas a decirme que no te das
cuenta! Lo que tiene que pensar, o más bien aclarar, es lo que siente por vos.
_ ¿Vos estás queriendo decir que cree que puede
estar enamorado de mí?
_ Eso es lo que sospecha. Para él no fue un beso
casual. Es posible que tu situación haya ayudado, pero tarde o temprano iba a
suceder. Hay una conexión entre ustedes que no pueden llegar a entender, o se
resisten. Él ha decidido aclararla y
actuar en consecuencia.
_ ¿Actuar . . .?
_Sí, como escuchaste. Él no es un hombre que se ande
con vueltas, así que si se da cuenta de que puede haber algo verdadero, te va a
preguntar si le correspondés y pretenderá ahondar en el asunto a ver cuánto de
cierto hay.
_ ¿Vos creés que él va a considerar la posibilidad
de que nosotros . . .?
_ Sí. Yo creo que va a pensar cuánta es la
posibilidad de un “nosotros”.
Con
un gesto de desaprobación, Carolina le contesta:
_ Estás aspirando el esmalte de uñas y te está
haciendo mal, Juancito. Él, que tiene miles de mujeres hermosas a su alrededor
. . .
_ ¡Ay, por favor! Ya me está cansando tu baja
autoestima. No entiendo porqué no te considerás bonita. Además, eso no tiene
nada que ver. No es ese tipo de hombre. Si no, ¿por qué estaría aún soltero?
¿No te das cuenta? No está buscando un cuerpo maravilloso. Quiere un
sentimiento diferente, alguien que lo haga sentir de determinada manera, y lo
que se estará preguntando es si ese momento llegó.
Carolina niega con la cabeza.
_De todas formas, nos estamos preocupando mucho por
lo que él piensa, pero, aunque acabás de salir de una experiencia muy delicada,
llegará el momento en que no vas a poder evitarlo, y vas a tener que hacer lo
mismo que él: pensar . . . o sentir. Porque aunque no puedas admitirlo todavía,
ese tampoco fue un beso así no más, aunque estuviera camuflado de consuelo.
Carolina vuelve a hacerle un gesto y está por
hablar, pero él adivina su pensamiento y la interrumpe:
_Está bien, está bien: ya sé
que es mucho por hoy como para sacar el tema, así que no voy a torturarte más
_deja el esmalte y se sienta más cómodo_ A ver, contáme, ¿ qué pensás para la
entrevista?
Pasan la siguiente hora ensayando, como si Juancito
fuera el anfitrión y ella la invitada. Se ríen de preguntas y poses
disparatadas. Mejor es relajarse. Ya habrá tiempo para tensiones.
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