martes, 23 de agosto de 2016

Capítulo LI

Es martes y está atardeciendo. Cada día tenemos un ratito más de luz. Falta bastante, pero uno va fantaseando con la primavera, ¿no?

Capítulo LI

El día en que le dan aviso de lo de su hermana, acude inmediatamente; por la distancia no llega a tiempo para presenciar la conversación, ni para tomar la precaución de que esté presente un abogado, pero sí para contenerla y aclararle las cosas que su tía, ante el total desconocimiento de esta, ha tenido que adelantarle.Al parecer no han sido muy agresivos: se han limitado a establecer la relación entre la víctima y ella, la situación en la que se halla actualmente con su esposo y el lugar en el cual se encontraba en el momento del crimen. Ante las declaraciones de Alcia y la ratificación de su tía, tomaron los datos del psiquiatra para tener una charla con él. Desde entonces, lo que se ha obtenido de las investigaciones es que el hecho se ha cometido con un solo y certero tiro de arma de fuego por alguien conocido de la víctima, quien, aparentemente había sido tomada por sorpresa, pues no había ofrecido resistencia. El arma había sido arrojada en un basurero cercano y no se encontraron huellas digitales. Ningún vecino había visto ni oído nada, así que deducían que había utilizado silenciador. Néstor, por falta de pruebas, ya no estaba detenido, pero no se le permitía irse de Acapulco.Han pasado quince días del incidente. Quince días durante los cuales se ha trabajado arduamente para la presentación del disco esa noche. Los preparativos para el lugar, el lunch, los agentes, la prensa y las canciones de presentación de Miguel han tenido sin descanso a Walter. El movimiento es intenso, y Carolina está nerviosísima, ya que es la primera vez que se presenta un trabajo suyo en público. Aun Jorge Díaz, que ya ha pasado otras circunstancias iguales, está inquieto. En realidad, el trabajo de ellos ya ha terminado: ahora lo que falta es el juicio del público, y a eso es a lo que le temen, porque lo consideran incierto.En medio del oleaje de llamadas telefónicas, confirmaciones, idas y venidas al lugar del evento (un lujoso hotel de México) pedidos y agendas completas, el que siempre ha conservado más la calma, es Walter. Llega el momento en que cada uno se retira para su casa a preparar sus galas y se desea suerte.Desde luego, Juan espera a Carolina ansiosamente para convertirla por segunda vez en princesa. Ella apenas si ha alcanzado a ver el vestuario que él eligió para aprobarlo, porque ya le tiene absoluta confianza: un vestido fucsia, largo, con amplio escote en la espalda que luce su suave bronceado, y zapatos y cartera negros con hilos plateados, al igual que el chal. Al llegar el momento del peinado, se decide por uno alto, con la ayuda de Aurora, con quien acuerdan en agregar una pequeña y delicada aplicación de strass, al igual que los aros y la gargantilla, jugando con tonalidades de rosa subido a la hora del maquillaje. Ella queda muy satisfecha, y Juancito se va, apuradísimo, a la casa de Miguel para maquillarlo, ya que en él se enfocarán, como siempre, todas las miradas, desde su llegada. Con él debe tener mucho cuidado, pues, a pesar de pertenecer al ambiente artístico desde que es pequeño y someterse a sesiones fotográficas durante horas, se resiste a lo artificial, así que no le permite “jugar”mucho con su cara: debe ser lo más natural que pueda.Llega la hora decisiva: Jorge Díaz pasa a buscarla en la limosina. Walter le aconseja a Miguel que se presente con él justo sobre la hora.Cuando bajan, los flashes comienzan a encandilarlos. Jorge Díaz ya está acostumbrado, pero Carolina no. Por otro lado,están las fans, que se desilusionan cuando ven que quien baja del vehículo no es Miguel.El loby está lleno de ramos de flores y el salón del hotel, magníficamente arreglado para la ocasión con la portada del disco en tamaño gigante. El escenario construido para la interpretación de Miguel es pequeño pero está estratégicamente iluminado. Al poco tiempo de sentarse junto a Juancito y a Jorge Díaz, Carolina ve llegar a Walter y a Miguel, que van hasta su mesa para saludarla. Todos se desean suerte y van a acomodarse. Los invitados colman el salón.El conductor se maneja con eficiencia, presentando primero a Walter, que agradece la presencia de todos y se desenvuelve con envidiable naturalidad. Tanto él como Miguel hablan de la eficacia, compañerismo y creatividad de su equipo y mientras Carolina se sonroja pensando “Que no lo haga, por favor, que no lo haga”, el cantante nombra a ella y a Jorge, para que se acerquen y saluden. Las luces están sobre su mesa y los acompañan hasta el escenario. Ella no sabe bien cómo llega y, de lo que dice, sólo recuerda la hospitalidad de México y la calidez de sus compañeros, pero no mucho más, debido a sus nervios. Varios periodistas los interrumpen en su regreso a la mesa y sus compañeros músicos, que son los próximos en ser llamados, los felicitan.Emocionada, víctima de los abrazos efusivos de Juancito, asiste al resto del show. Han contratado un mago para darle variedad al espectáculo. Además, el nombre del nuevo disco, como una canción de él es “Magia”. También como cover, un joven talentoso interpreta una canción. El broche de oro es el tema principal en la voz de Miguel.Todo ha salido perfecto: los invitados han quedado más que satisfechos y, al final de las casi cuatro horas que ha ocupado el espectáculo, los periodistas se han ido convencidos de que el lanzamiento será un éxito.Todos disfrutan de la cosecha de un trabajo bien realizado, inclusive con tantas tribulaciones en su transcurso. Los más íntimos van a la casa de Miguel a celebrar con una copa de champán y esperan las primeras ediciones de los diarios, para leer las secciones de espectáculos: todas las notas son alentadoras. Hablan de la continuidad y vigencia de Miguel, de su innovación dentro del mismo estilo y de la creatividad del compositor y la autora. El cantante propone un brindis por lo que considera la “revelación” de la empresa para el público: Carolina. Abrazando a Walter con un brazo, levanta el otro para agradecerles nuevamente a todos. Se vuelve a Walter y no se le ocurren muchas palabras:_ ¡Amigo! ¡Tantos años!En esa mezcla de la emoción del triunfo y la satisfacción de un buen trabajo realizado, abraza a Carolina y ella, muy a lo argentino, le besa la mejilla, como en un acto reflejo. Pero cuando la aleja , parece que el tiempo se detiene, porque no continúan separándose: sus caras quedan muy cerca y sus brazos en la cintura del otro. Por un segundo, un confuso, aterrador y mágico segundo se miran las bocas, como si un aliento buscara el otro para completarse. Al segundo siguiente, la confusión ha sido reemplazada por la vergüenza, así que sonríen y Carolina se separa suavemente. Por suerte, en tanta confusión de brindis y felicitaciones, nadie los ha visto. Bueno, casi nadie: Walter ha observado casualmente la escena, como si fuera una película de la cual él conoce el final, pero los protagonistas son tan testarudos que prefieren no imaginarlo.Es mejor que Miguel aproveche esa noche, porque el día siguiente le depara una sorpresa muy desagradable. Su tía le telefonea: no se han encontrado méritos para continuar con la detención de Néstor, porque se ha comprobado que en el momento del homicidio, él se encontraba viajando hacia Acapulco, y, además, la policía ha conseguido una descripción de la mujer que compró el arma, con un pañuelo y anteojos oscuros. Han detenido a Alicia.


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