domingo, 10 de enero de 2016

Estrenando año


¿Recuperados después de las fiestas? ¿Alguien se va o regresa de vacaciones? Bueno ... cualquiera sea la situación, con los días de calor o de lluvia, podemos acompañarlos con lectura. Y vamos a probar con dos capítulos por semana, para seguir mejor la trama. Espero que así les parezca más entretenido.
¡Ah! Un detalle que me dio alegría: hoy, domingo, en el diario "El Día" se publicó la reseña de " Historias de paz ¿Quién dijo que todo está perdido?".
Demasiadas ponderaciones para mi sencilla obra, pero ... ¡un gigante empujón para seguir trabajando! Si les interesa, y no compraron o entraron el diario, en cuanto pueda lo subo a mi Face.
¡Gracias por su compañía!

Capítulo XIX

A la mañana siguiente, la empresa de Walter está en agitada tarea: Miguel en su oficina, Nélida en su escritorio, haciendo telefónicamente las previsiones necesarias para la estadía de una argentina en México, y los músicos, en plenos arreglos, cuando llega Walter. Ni bien arriba y le da los buenos días a la secretaria, que anota números de vuelo, le pregunta si ha habido novedades sobre el autor de la nota que habían recibido el día anterior. Como Nélida le contesta con un movimiento negativo de cabeza mientras observa el mail que le han enviado, da, como siempre unos golpes de nudillos a la puerta de Miguel y entra.
_ ¿Todo en marcha?
_ Todo _ responde Miguel _ Nélida está haciendo lo que le indicaste ayer, pero yo he salido sin desayunar, así que… ¿Qué tal unos huevos rancheros y café?
_ Si le agregas unos panes con mermelada, sería un comienzo de jornada más que perfecto.
Como aún es temprano, pueden ir a la cafetería de la calle sin demasiado peligro a ser importunados por las fans de Miguel.
_ ¿Has decidido cómo le dirás a Néstor que conoces toda su patraña? _ interroga Walter.
_ No… en realidad no.
_ ¡Pues dícelo directamente, hombre y ponlo de patas en la calle!
_Pero…
_ Ya lo sé, ya lo sé_ interrumpe Walter _ que es el marido de tu hermana, y que le darías un disgusto a ella… Te lo he oído decir mil veces. Pero piénsalo bien, amigo: ¿no crees que al fin de cuentas le harías un bien a ella, quitándole la venda de los ojos y revelándole con quién se ha casado? Hay cosas que ya debe de sospechar, como sus infidelidades, por más que tú las hayas ocultado. Si no, si en verdad ella pensara que está casada con el mejor de los hombres: ¿Por qué esas frecuentes escapadas a casa de tu madre? ¿Por qué tantas botellas vacías en su casa? Disculpa la crudeza, pero eres como un hermano para mí y si no te lo advirtiera, me sentiría en falta: no creo que tu hermana sea una alcohólica…aún. Pero Néstor jamás cambiará, y si siguen juntos la arrastrará con él a la ruina.
Miguel sorbe su café con ceño de preocupación que va transformándose en un gesto resuelto:
_ Creo que estás en lo cierto, y hemos llegado hasta aquí porque no quise escucharte antes.
_ Entonces, no hay más que pensar: A mediodía regresará de su "retiro espiritual". Si telefoneas a su casa, es probable que no aparezca hasta mañana a trabajar.
_ Es que no quisiera hacerlo así, tan bruscamente. _Walter va a hablar pero Miguel se apresura _ No, no. No es por consideración. Es que decírselo así, sin pruebas, sin más que un anónimo y una llamada. Él lo negaría y aunque yo fuera inflexible, siempre quedaría la duda. Hay que buscar la forma de que caiga en su propia telaraña, que no sospeche nada hasta que esté cercado.
_ Pero… ¿cómo? A menos que organicemos una reunión cuando llegue la verdadera autora y él se encuentre con la sorpresa.
_ No sé… Se produciría una discusión muy desagradable y él sería capaz de agredir a la mujer. Ella es nueva en todo esto: debe estar asustada y expectante. No sería un buen comienzo; no tiene por qué perjudicarse con nuestros problemas. Es más: cuanto menos sepa, mejor.
_ Entonces: ¿Qué propones?
_No estoy seguro todavía. Debemos encontrar la punta del ovillo.
_ Que sería… quién te envió el anónimo.
_ Y cómo llegaron esas letras a manos de Néstor.
_Bien; comencemos por un enigma y tal vez la respuesta nos lleve a resolver el siguiente. Por ejemplo, es evidente que quien te advirtió de la reunión en Argentina había formado parte de su organización. Quizás había prometido silencio, pero, por alguna razón, decidió romperlo.
_ ¿Miedo a ser descubierto? ¿Despecho?
_ Me inclino por lo segundo. Pero no contra ti, sino contra Néstor. No te olvides de su harén de amantes despechadas.
_ Y de maridos furiosos.
_ Ya tenemos dos pistas.
_ ¡Cómo dos! Acabamos de hablar de unos cuantos.
_ Es cierto, pero de las amantes despechadas ¿cuántas tiene acceso a tu escritorio?
_ ¡Nélida! Pero… no es posible: la última vez que hablé con ella me aseguró que todo había terminado, aparentemente, de mutuo acuerdo, porque estaba muy tranquila.
_ ¿Y tú le creíste? Puede haber sido un truco para que dejáramos de sermonearla. Quizás siguieron juntos en una forma muy discreta.
_ Pero… ¿y el viaje de él? No iba con mi hermana, podría haber huido con Nélida.
_ Mmmm… Los dos al mismo tiempo, en época de trabajo, hubiera despertado sospechas. O quizás eso mismo: ella quiso acompañarlo, él se negó y decidió desquitarse.
_ Bien. ¿Y el otro sospechoso?
_ De todos los maridos furiosos contra Néstor, ¿quién está en la Argentina?
_ ¡Hidalgo! ¡Es verdad!
_ ¿Recuerdas que su esposa lo abandonó por Néstor y este la dejó?
_ Peor aún: recuerdo que se fue de aquí injustamente. Desgraciadamente cuando me di cuenta era demasiado tarde.
_ En resumen: ahora lo que nos falta encontrar es cómo se realizó la conección Carolina Duprat- Hidalgo- Nélida - Néstor.
_ Y en qué orden. Aunque, si vamos al origen, lo primero sería la composición de las letras: ¿Se las habrán encargado directamente a ella? ¿Organizarían un certamen sin que nos enteráramos?
_ Empezaremos por allí: por telefonear a Carolina Duprat y preguntárselo. Parecía inexperta pero sincera.  O a Hidalgo; quizás ya no tenga nada que perder.
_ Tal vez les hayan exigido estricto silencio.
_ Probemos. Si no, ya se nos ocurrirá algo.
Se apresuraron a pagar la cuenta. Todo debía hacerse antes de la llegada de Néstor.
Media hora más tarde, Walter entraba a la oficina de Miguel, con la cara de un detective que va en camino a resolver un caso:
_ Primera fase resuelta: la joven mandó las letras por correo, como una simple admiradora.


Capítulo XX

En el departamento de Carolina se reflejan los dedos rojizos del crepúsculo y caen sobre una valija abierta sobre la cama.
Marta ceba mate a su amiga, mientras esta revuelve el placard, saca ropa y le pide su aprobación.
_Gracias por prestarme el vestido largo _dice Carolina mientras da un giro con un vestido elegantísimo en color lila, apoyando la percha sobre sus hombros.
_ ¡Ah! Es que te queda mucho mejor que a mí. Además, no podías ir sin un vestido de fiesta. Seguramente vas a ir a alguna. ¡Qué digo alguna! ¡A muchas! En ese ambiente siempre están festejando: presentaciones de discos, entrega de premios, discotecas…
_ ¡Ah, sí, Marta! ¡Mirá que me van a invitar a mí!
_ ¿Por qué no? Ahora vas a ser parte de su equipo.
_ No, no, no. No voy a ser parte de ningún equipo. Yo voy a trabajar para ellos, Martita. Una simple profesora, que no pertenece a su ambiente ni a su clase social, sin ningún tipo de experiencia…con esa gente que lleva años escalando posiciones, conectándose con compañías internacionales… No, nunca me aceptarán como una igual.
_ Eso no tiene nada que ver. Escucháme, Caro: ¿Por qué tantas llamadas, y contratos y este viaje completamente pago? ¿Te creés que es generosidad? ¡Te necesitan! Lo que sucede es que sos tan humilde que no podés verlo.
Marta se dirige hacia la cocina para renovar el mate y cuando regresa observa a Carolina apretujando las cosas en la valija.
_ Voy a tener que sacar cosas. No me va a cerrar.
_ ¡De ninguna manera, querida, de ninguna manera!  Todo lo que llevás es indispensable. El maquillaje, por ejemplo. ¿Cómo no vas a llevar un color de sombra para cada color de vestimenta! ¿O pensás vestirte de rosa y usar sombra marrón? Lo mismo con los lápices labiales y los esmaltes. ¡Sería un atentado a la elegancia!
_ Y el secador de pelo…
_ ¿Y vos creés que vas a poder darte una ducha y salir corriendo? Pensá que el clima es diferente, vas a estar un poco estresada por la situación nueva… ¿Te imaginás llegando a una entrevista con Miguel Saberia, con un cabello apuntando a cada punto cardinal?
_ Y tanta ropa, y carteras…
_ Es que necesitás cubrir tres estilos: uno sport, para recorrer la ciudad de día, o navegar, o hacer alguna excursión turística, otra de sobria elegancia, para ir a trabajar, y otra para las salidas nocturnas. Pero, por sobre todo, no olvides esto_ dice Marta alcanzándole el pasaporte que está en la mesita ratona.
_Suerte que lo saqué el año pasado _comenta Carolina, mientras lo hojea  con cara de satisfacción.
_Sí, cuando habíamos planeado el viaje a Estados Unidos y no pudimos ir por mi culpa.
_ ¡No digas eso! Tú mamá se enfermó se fue agravando y…
_ Hasta que murió, sí. _ Los ojos de Marta se ensombrecen de tristeza_ Pero vos podías haber ido con otra amiga, o por tu cuenta.
_ ¿Y dejarte sola, con la incertidumbre de los diagnósticos, tratamiento tras tratamiento?
_ Pero es que no te conformaste con acompañarme. También me diste todo lo que habías ahorrado para el viaje para ayudarme con los gastos.
 Carolina abraza a su amiga, que ha soltado alguna lágrima.
_Bueno, pero, ¿ves? _ dice Marta, restregándose los ojos y recomponiéndose_ Las obras buenas son recompensadas. Ya te enviaron el pasaje y mañana, a esta hora, te estarás codeando con la cremme de la cremme del espectáculo.
Marta mira la valija, el pasaporte y a Carolina.
_ ¿Te das cuenta? ¿Te das cuenta a lo que has llegado? ¡Y cuánto más podés lograr todavía!
_No es para tanto. Un golpe de suerte que no sé cuánto va a durar.
_ ¿Golpe de suerte? ¡No, no es eso! Siempre tuviste talento y dedicaste horas y horas a leer y escribir. Fue tu esfuerzo; sólo te faltaba una oportunidad. ¿Cómo es que no estás dando saltos?
_Creo que aún no tomé consciencia.
_ Mejor apuráte: tenés menos de veinticuatro horas. A propósito: ¿Llamaste a tu casa?
_ Sí
_ ¿Y? ¿Cómo reaccionaron?
_Bien.
_¿ Bien, nada más? ¿No se pusieron nerviosos, ni se asombraron, ni te llenaron de recomendaciones?
_Es que… bueno… no les conté todo.
_ ¿Cuánto sí les contaste?
_ Les dije que me iba a México a hacer un curso, aprovechando lo que había ahorrado el año pasado. Querían venir a despedirme en el aeropuerto, pero los convencí de que no valía la pena tanto viaje, y que Ricardo me acompañaría.
_ Pero… ¿por qué les mentiste? Nunca lo hacés.
_ Es que… sola, en otro país, con un trabajo tan incierto. Vos sabés que, en cierta forma, para mis padres, no importa la edad que tenga, siempre seré "la nenita". Se preocuparían sin necesidad. Además, ¿y si fracaso? Sería una desilusión para ellos.
Marta detiene la frenética carrera de Carolina del placard a la valija, tomándola por los hombros:
_ ¿Qué estás diciendo? ¡Eso es imposible! Tus padres son amorosos; nunca se desilusionarían de vos. Al contrario, siempre están orgullosos de vos: viniste a la ciudad a estudiar, te recibiste mientras trabajabas y desde entonces los ayudás económicamente. En la escuela sos responsable y las autoridades te tienen en el más alto de los conceptos. Los chicos te quieren y te respetan, porque saben que sos comprensiva pero exigente y justa. Tenés muchos amigos que te quieren…  Nunca vas a desilusionar a nadie. Creéme: te va a ir fenomenal; y, en el último de los casos, si no llegan a un acuerdo de trabajo, ellos se lo pierden. Vos no perdés nada, al contrario, vas a vivir experiencias maravillosas.
De pronto, Marta huele el aire:
_Mmm… ¿y ese olorcito? ¿Estás cocinando algo?
_¡Ay! _  grita Carolina soltando algunas prendas en la valija y tomándose la cabeza con las manos_ ¡La lasaña!
Corre a abrir el horno y suspira al observar que aún le falta cocción:
_Es que… la preparé para Ricardo. Va a venir a cenar.
_ ¡Ajá! Ya tengo todo clarísimo: todavía no le dijiste nada, y, sabiendo lo que le gusta comer, vas suavizando el terreno, aunque… no sé para qué: ¿la verdad, o lo mismo que inventaste para tus padres?
_ ¿Podés creer que todavía no me decidí?
_ Caro, Caro: hacéme caso y decíle la verdad. El es muy comprensivo y no se opondría a nada que signicara un avance para vos. Al contrario, estoy segura de que va a ser un apoyo incondicional. Además, en algún momento vas a tener que decírselo. ¿Qué pensás? ¿Telefonearle desde México y decírselo desde allá, una vez que las cosas sean más seguras? ¿O esperar a tu regreso? ¿No creés que se sentiría herido por tu falta de comfianza?
_Es que…
_Otro detalle: la mentira no es tu fuerte, al contrario, una de las virtudes que tus amigos apreciamos es tu sinceridad. Una cosa es mentirles a tus padres, por teléfono, pero cara a cara… si no, ¿por qué insististe tanto en que no vinieran a despedirte? Ricardo te conoce muy bien y no es ningún tonto: con sólo mirarte, algo va a sospechar.
Suena el portero eléctrico y Carolina se sobresalta:
_ ¡Debe de ser él! ¡Rápido, por favor, ayudáme a guardar las cosas.
_ ¿Cómo? ¿No le diste ni algún adelanto? _ dice Marta mientras pone cosas en el equipaje y, entre las dos, intentan colocarlo en el placard infructuosamente.
Suena el timbre nuevamente y Marta corre.
_ ¡Hola! ¡Ricardo! ¡Sí! Ya te abro… es que estamos… ordenando un poco.
Vuelve a ayudarla a Carolina, quien ahora está empujando la valija debajo de la cama.
Finalmente abren y Ricardo sube. Cuando Carolina abre la puerta, Marta se da cuenta de que han quedado algunas cosas sueltas y las toma para guardarlas, pero no alcanza a hacerlo antes de que Ricardo la salude.
_ ¿Así que ordenando?
_Bueno… más bien . . .yo tengo una cita esta noche. . .y vine a pedirle prestado algo a Carolina.
Ricardo mira lo que su amiga tiene en la mano y le pregunta:
_ ¿Sandalias blancas? ¿En pleno invierno? ¿Y una musculosa?
_ Pe… pero…
_ ¿Desde cuándo sabés de moda, vos? _interviene Carolina para salvar la situación.
_ De moda, no, pero por lógica…
_ ¡Ah, querido, querido! Con razón los hombres dicen que no nos entienden, es que tampoco se toman el trabajo. ¿Cómo se te ocurre que las mujeres mezclamos la moda con la lógica? Si algo nos hace parecer divinas, no importa que la temperatura sea bajo cero.
_Tenés razón.
_ ¿En qué? ¿En que tenemos que estar espléndidas a cualquier precio?
_ No. En que nunca las vamos a entender.
Marta hace un gesto de cómico desprecio y se apresura a despedirse.
_ Bueno, mejor me voy. Una vez que "pesco" algo, no me voy a arriesgar a que se me escape. Hasta pronto y buen provecho.
Les da un beso y va hacia la puerta, pero se detiene cuando Ricardo, que ve la remera y el calzado sobre una silla, la interroga:
_ ¿Cómo? ¿No te llevás nada?
_ Eh… no. Cambié de idea. Mejor me llevo… el perfume. ¿Me lo prestás, no?_ se dirige a Carolina y aprovecha la proximidad cuando ella le da el frasco, para susurrarle: _ ¿Ves que no se lo puede engañar tan fácil?
_ ¡Cuidado con cómo lo usás! ¡Portáte bien! Le dice en voz alta Carolina para disimular.
_ ¡Ah, no, no me pidas eso! ¡Si lo divertido es portarse mal! Besitos, besitos_ dice al cerrar la puerta.
_¡Qué personaje! _dice Ricardo, sacudiendo la cabeza y se va acercando al horno ¿Estoy oliendo…?
_ Sí, sí : lasaña.

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