Otro domingo y ... dos capítulos más. ¿Les pareció mucho la semana pasada, así como un "atracón", después de tantas demoras el año pasado? Bueno: si es así, me dan su opinión en comentarios, ¿les parece?
Un abrazo: para los que están de vacaciones, sigan disfrutando, y para los que no ... a sobrellevarlo con alguna bebida fresca en su jardín, en un parque, o donde encuentren "su lugarcito"
Capítulo
XXI
Al día siguiente, en México, son las ocho de la mañana cuando, como
todos los días, (excepto en las épocas de gira del cantante) Miguel y Walter
empiezan la jornada con un diálogo personal. Esta vez no se realiza en la
oficina de ninguno de ellos, sino en una cómoda sala de estar de los estudios.
Allí están los discos de oro y de platino de Miguel, fotos de él con sus artistas favoritos, y
algunos libros (después de la música, su pasión es la lectura) y discos
compactos preferidos. La decoración de este espacio no es tan antigua como la
de su mansión más importante, en Acapaulco, ni tan cara como la de su
apartamento en el D. F., ni tan moderna como la de su otro apartamento en Nueva
York. Es simplemente un rincón para recordar que en el mundo había algo más que
aviones y estadios para recitales. Una sola vez había dado una entrevista allí
a un periodista, a quien le había llamado la atención que ni en ese lugar, ni
en ninguna otra de sus propiedades tuviera colección de armas, habiendo sido su
padre ( o al menos el que lo había tratado como tal) un gran aficionado a
estas. Él le había respondido:
_ Hay mucho dolor en el mundo. No me atraen las cosas que puedan traer
más, sino las que tratan de atenuarlo. Por eso canto_ y casi inmediatamente se
había arrepentido de expresarse de manera tan cursi, aunque fuera la verdad,
pero el periodista había contraatacado:
_ ¡Pero eran un recuerdo de su padre!
_ Nada le hubiera disgustado más a él que el hecho de que yo no fuera
fiel a mí mismo.
El tema es importante: qué hacer con Néstor antes de que se presente,
esa tarde, la verdadera autora.
_Al menos ya sabemos por qué vía llegó esa carta a manos de Néstor_
explica Walter_ Todas tus cartas pasan primero por Nélida. Y sabemos que a
ellos los une una "especial amistad"…
_ Los unía_ interrumpe Miguel.
_ ¡Vamos Miguel! Eres un hombre inteligente. Me resulta difícil que
hayas creído toda esa historia que te contestó Nélida de que "ya no había
nada más, que había sido un error, etcétera, etcétera _responde su
representante, a la vez que se levanta y sacude los brazos _ ¿No sospechaste
que podía ser un argumento fingido para que los dejáramos en paz? Además:
recuerda bien el momento en que volvió mágicamente su inspiración: vivía en
juergas, llegaba tarde o no venía y no podía escribir una frase original.
Nélida recibe entre las cartas de admiradoras, una que le parece valiosa y no
te la muestra porque se le ocurre una idea salvadora.
_ ¿Para él?
_ ¡Para los dos!_Vuelve a
sentarse y se acerca a Miguel en un tono más íntimo, como un detective que
acaba de develar un misterio_ Con esas letras, él volvería a tu estima y,
¿quién quedaría como su salvadora? ¡Ella!
_ Tiene sentido.
_ ¡Por supuesto! Piensa que con un mujeriego como tu cuñado, ella sabía
que era muy difícil conseguir fidelidad, así que se la asegura de dos maneras:
por agradecimiento, ya que la jugada que ella puso en sus manos le salvó la
carrera…
_ ¡Y por silencio!
_ ¡Elemental, mi querido Watson!
_Si Néstor se veía tentado por alguna aventura, quizás pensaría en lo
que le debía a su amante o que si ella lo descubría, vendría decirnos toda la
verdad.
_Me inclino más por lo segundo. Néstor no es un sentimental, ni capaz de
sentir gratitud u obligación moral por nadie.
_ Bien: ya tenemos solucionadas dos partes: de Carolina a Nélida y de esta
a tu cuñado. Ahora… ¿y el anónimo?
Esta vez el que se pone de pie, da vueltas por la habitación, mirando
sin ver las fotos y los discos, es Miguel. Voltea, con la mano en la barbilla y
exclama, para sorpresa de Walter:
_Nélida.
_ ¿Cómo?
_ Es la única que tiene acceso a mi oficina, además de ti, cuando yo
estoy ausente._ se sienta_ Pero… aún
así, lo que no me queda claro es el porqué.
Si ella quería congraciarse con
él, ponerlo al descubierto la hubiera llevado a lo opuesto.
_ Sí; pero no te olvides de que era un anónimo, así que quizás ella
estaba segura de que Néstor no sabría quién había puesto esa información en sus
manos.
_ ¿Y de quién más iba a sospechar él, si era la única en saberlo?
_ ¿Y si no es así? ¿Y si alguien más los descubrió? ¿Algún enemigo de
Néstor que aprovechó la ocasión?_ Con gesto irónico, Walter recalca _ En ese
caso se nos complica demasiado: la mitad de México sería sospechosa. Y hasta en
la Argentina…
_Sí: ya hablamos de Hidalgo, pero él no tiene acceso a mi oficina.
_ ¡Aj! _ onomatopeya Walter, pasándose las manos por su ya no tan oscura
ni tan abundante cabellera_ Volvemos al punto de partida: tu secretaria.
_ ¡Pero por qué arruinar su oportunidad de retenerlo y, quizás, hasta
apartarlo de mi hermana!
El representante camina por la habitación, haciendo el periplo que antes
había hollado su amigo, toma un disco compacto que Walter acababa de dejar unos
segundos antes sobre una mesita y comienza a rumiar para sí, hasta que su
interlocutor se percata de ello:
_ ¡Ja! ¡Eh, tú, eterno defensor de la soltería! Si llego a tu edad,
espero tener a mi lado a una mujer que me recuerde que hablar solo es uno de
los síntomas de… _ y hace un gesto sugestivo sobre su sien derecha.
_ No estoy hablando solo. Estoy hablando conmigo mismo, que no es lo
mismo.
_ ¡Oh, perdón! ¿Puedo saber que estás hablando contigo, que no puedas
hablar conmigo?_ cuestiona Miguel, inseguro sobre la relación que ha hecho
entre la lógica y la gramática española.
_ Dime, amigo: ¿Por qué dejaste esto aquí? - pregunta Walter mostrando
el objeto.
_ No sé. Ni siquiera me percaté.
_ No te diste cuenta.
_ No. Pero qué diablos tiene que ver con lo que estamos hablando?
_ Eso: ¿Cuántas veces hace uno las cosas sin darse cuenta?
_ ¿Estás insinuando que Nélida dejó la nota sobre mi escritorio, fuera
del horario de oficina, "por distracción"? ¿Pero por qué iba a
negarlo después?
_ No estoy diciendo que lo dejara sin darse cuenta de que lo estaba
apoyando en tu escritorio, sino de QUÉ era lo que depositaba.
_ Así que no tenía idea de su contenido, que resultaría en perjuicio de
ella y de su amante. ¡Pero, vamos, Walter! Nélida no es brillante, pero tampoco
ninguna estúpida que haga las cosas y no se cuide las espaldas! ¿Crees que no
es consciente de la situación riesgosa en la que se encuentra y que no sería
capaz de revisar la nota antes de entregarla?
_No si tuviera otra motivación, como, por ejemplo… dinero.
_ ¿Que alguien le hubiera pagado por hacerlo? ¿Hidalgo, tal vez? Pero,
imposible, siendo él enemigo acérrimo de su amante, no hubiera arriesgado lo
que podía ganar con mi cuñado por dinero.
_ Hay un detalle que se te está olvidando. TÚ sabes que Hidalgo y tu
cuñado tuvieron un problema y que no fue sólo laboral. YO lo sé también. Pero:
¿Recuerdas cuándo sucedió eso?
_ Sí, fue en…
_ ¿Y cuándo comenzó Nélida a trabajar aquí?
_ ¡Cierto! Más de un año después. Es muy posible que ella no lo sepa.
_ Seguro, más que posible. A no ser por un chisme de oficina, que sería
muy poco probable, ya que tú, por proteger a tu hermana, mantuviste todo en
silencio así que los empleados no lo saben. ¿Quién iría a decírselo? ¿Él? No le
daría ningún rédito. Al contrario: ¿confesar qué es lo que él acostumbra hacer
una vez que se ha cansado de sus "amigas íntimas"?
_ Así que, sobornada por Hidalgo, pudo haberse prestado a la
complicidad, creyendo que nada tenía que ver con ellos dos.
Como ve que Miguel continúa cavilando, Walter inquiere:
_ ¿Hay alguna de estas sospechas que no te convence?
_No. No es eso. Es que justamente son lo único que tenemos: sospechas.
¿Cómo las comprobamos? ¿Crees que ellos confesarán así, sin más?
_ No, seguramente que no. Pero
olvidas una cosa: no son sólo sospechas lo que tenemos: tenemos una
prueba muy firme.
_ ¿Qué? ¿La nota sobre mi escritorio? Eso no significa nada.
_ No. Tenemos más que una constancia de papel: es de carne y hueso.
Carolina Duprat, hoy mismo, en México. ¿Ya lo olvidaste?
_Pero ya te dije que una confrontación está descartada. Esa muchacha…
_ Sí, ya lo sé: no deseas que su inicio sea en esas circunstancias. Pero
no es en un encuentro en lo que estoy pensando, sino en la "amenaza"
de ese encuentro.
_ Pero sería ponerlo sobre aviso.
_U obligarlo a confesar.
_ ¿Quizás a los dos?
_ Juntos, lo dudo: ella, delante de su amante negaría todo para no perder su confianza, y él
argumentaría que se trata de una trampa tendida por una amante despechada y un
exiliado que siempre lo odió.
_ ¿Qué sugieres entonces?
Walter vuelve al tono bajo, y, señalando en dirección a la oficina de
Nélida especifica:
_ Deberíamos comenzar por ella. Pero ella sola, así es más vulnerable.
Tal vez no confiese todo, pero se me ocurren algunos trucos para que diga más
de lo que quiere sin darse cuenta.
Miguel asiente con la cabeza cuando su amigo hace un gesto para llamarla
en ese mismo instante.
_ Pero tú mismo dijiste que no era ninguna tonta.
Walter ya está en el conmutador ordenando:
_Nélida, ven un momento por favor. _y se vuelve a Miguel con una sonrisa
_ Sí, pero nunca dije que fuese más inteligente que yo.
Capítulo
XXII
Nélida entra en la habitación con cara de preocupación. La intuición
femenina le indica algo.
Walter no quiere mucha introducción, así que ni bien Miguel le pide que
se siente, dispara:
_ ¿Quién envió la nota del otro día?
Ella empieza a jugar con su primera carta: la distracción:
_ ¿La cart…?
_ ¡Sí, sí, la misma nota con la que fingiste sorpresa! ¡Como si hubiese
algo que no pasara por tus manos antes de llegar a Miguel!
A Miguel le parece demasiado fuerte el tono que está usando su amigo y,
como no alcanza a darse cuenta de que está actuando, le parece que lo echará
todo a perder, inhibiendo a la mujer, así que en voz no muy alta pero con gesto
de recriminación, se acerca a él:
_ ¡Walter!
Ella, mientras, saca de la manga su otra carta: la indignación, el
orgullo herido ante una sospecha sobre su integridad:
_ ¡Walter! ¿Cómo se te ocurre pensar que yo… con lo que te debo a ti y a
Miguel… que yo haría algo… que escondería…?
Los ojos llorosos, la mirada de injusticia hacia los dos, todo forma
parte de su actuación. Pero Walter sabe que ella está interpretando un papel, y
sabe también que él está interpretando uno, y que quien sostenga con más arte
sus cualidades histriónicas, ganará. Y ha llegado el momento en que el malo se
convierta, aunque sea por un momento, en compasivo, para que la que simula
estar herida, baje un poco la defensiva y deje un rescoldo para el siguiente
rayo de lucidez.
Así que el representante se acerca, le apoya suavemente la manonen el
hombro y cambia el tono de voz:
_ ¡Vamos! Nadie está diciendo que lo hayas hecho con mala intención.
Quizás alguien te dijo que era beneficioso para la compañía. Y de hecho lo fue.
No tienes nada de qué avergonzarte. Tal vez lo único que te pidieron fue
silencio.
Nélida continúa en su mutismo y su cerebro trabaja con celeridad. Ya
saben la farsa de Néstor, ella misma está haciendo los arreglos para que reciban
a la verdadera autora y quién sabe qué medidas tomarán con su amante. ¿Cuál
será la carta que le ganará su permanencia en el trabajo? ¿La mentira o la
verdad? Hidalgo no diría nada, pero… ¿y la chica? Bueno, eso no sería problema:
todavía podía hablar con ella y comprar su complicidad. Seguramente sería una
ingenua que haría cualquier cosa por ganarse una amiga en ese ambiente tan
raro. Pero, ¿cómo explicar la llegada de las letras a manos de Néstor sino era
por ella? ¡Rápido, rápido, algo tenía que ocurrírsele! Iba ganado tiempo
mientras le pedía un pañuelo a Miguel para secar sus falsas lágrimas.
Miguel entiende ahora que está en el medio de un juego, y mira a Walter,
buscando un indicio para saber qué pieza le conviene mover a él, pero parece que
su representante no le ha atribuido más que el papel de espectador. Sin
embargo, a su egocentrismo, si bien es extremista, acusa una estocada, así que
interviene.
_ ¿Sabías Nélida _ comienza, en tono benévolo_ que las últimas letras no
eran de Néstor? ¿Sabías que las escribió una admiradora de la Argentina, que es
a quien recibiremos hoy?
Ella, aún medio escondida detrás del pañuelo, niega con la cabeza.
_ Todas las cartas, salvo las que van dirigidas directamente a Walter,
pasan por tus manos. ¿No es posible que Néstor haya robado alguna en alguna
distracción tuya?
Walter no puede creer que su amigo sea tan ingenuo y lo toma de un
brazo, llevándolo a un rincón de la habitación para que Nélida no los oiga:
_ ¿Pero qué interés tendría ese apático en las cartas de tus
admiradoras, a no ser que coleccione ropa interior femenina? ¿Cómo iba a saber
que podía encontrar algo para su conveniencia?
_No seas tonto. Ya lo sé, pero con tu técnica de sacar la verdad con
acusaciones no estamos logrando nada. Se atraen más moscas…
_ Sí, sí, con miel que con hiel. Pero esta no es ninguna mosca. Y ¿desde
cuándo riges tus acciones por filosofía barata?
_ Desde que a ti se te ha ocurrido jugar al detective.
Nélida no puede creer en su suerte ¡Una distracción y que Néstor había
sustraído…! ¡Pero cómo no se le había ocurrido a ella! ¡Este Miguel era un
amor! ¡Darle él mismo la pieza del rompecabezas que la mantendría en su empleo!
Cuando regresaron junto a ella, ya estaba practicando su cara de víctima
y armando mentalmente las oraciones con las cuales apoyar la teoría de Walter:
_ Bueno…quizás…en algún momento…no se me había pasado por la cabeza…
Pero Walter no quiere más mentiras:
_ ¿A quién estás defendiendo,
mujer? ¿A un hombre que puede engañarte a ti como lo hace desde hace mucho
tiempo con su mujer? ¿Qué te prometió? ¿Qué si lo ayudabas dejaría a su esposa
para quedarse contigo? ¿Y crees que eres la primera con quien lo ha hecho, y la
última con quien lo hará? En este mismo
viaje… ¡vamos! Ni tú te habrás creído lo del "retiro creativo".
¿Acaso no se te ocurre pensar que aprovechará la primera oportunidad de
enredarse con la primera que conozca? ¡No sé quién es más tonto: nosotros por
pagarle o tú por serle fiel en esta estafa, mientras él se estará riendo de
nuestra ingenuidad tomándose unos margaritas junto al mar con una turista!
Miguel se echa hacia atrás en su silla, creyéndose vencido por la
violencia de Walter que ha malogrado sus esfuerzos por una confesión voluntaria
y en buenos términos.
Sin embargo, las fuerzas de Nélida han llegado al límite, y la máscara
de incomprendida se ha ido cayendo, más que con las palabras de Walter, con las
imágenes que han corrido por su mente mientras lo escuchaba: Alejandra, el
viaje, la reacción frente a un embarazo, y su cara…y los celos… y esos cabellos
pelirrojos ondeando descaradamente… y esa risa…y "¿Está Néstor?" Nada
de señor, ni de apellidos. Y las mentiras, y el auto, esa noche:
_ ¡Bueno, sí, sí, basta! _prorrumpe
Miguel no puede creer que la trampa de su amigo haya funcionado. Pero la
máscara no ha terminado de caer, así que ella se asegura de que su relato no
tenga más porcentaje de verdad que el conveniente.
_Yo estaba leyendo la carta de esa chica cuando él llegó y se le ocurrió
usarla. Yo le dije que no estaría bien, que lo que correspondía era que yo te
la entregara a ti, Miguel. Pero me convenció…tú sabes cómo es él hablando. Que
tú no la tomarías en cuenta por ser de una admiradora y que no sólo él, sino
tú, todos nosotros, la compañía perdería una oportunidad, Que él estaba pasando
por un mal momento con tu hermana, y por eso no se le ocurría nada. Que si las
cosas continuaban así, llamarían a otro…y que no debería yo favorecer a alguien
extraño, pues convenía que las cosas quedaran entre nosotros. Y…bueno.. tú
sabes…me pareció un beneficio para todos.
_ ¿Y cómo entra Hidalgo en todo esto? _La interrumpe Miguel,
aprovechando que a su representante el regodeo en la satisfacción lo ha dejado
sin palabras.
_ Es que empecé a pensar en esa chica y que todo esto era injusto para
ella, y mi conciencia empezó a recriminarme.
Walter tuvo que simular un gesto de cansancio y taparse la boca para
evitar que su risa escapara súbitamente.
_ Así que lo llamaste para que
arreglara tus cosas.
_ Y fuiste tú la que compró su silencio, y no al contrario _agregó
Walter, tratando de disimular que ni él creía lo que estaba argumentando, con
el único fin de tenerla confiada.
_ ¡Así fue!
Cuando Miguel y Walter entrecruzan miradas, como preguntándose: "¿y
ahora qué?", Nélida no pierde oportunidad:
_Pero fue con buena intención, Miguel. Tú sabes que desde que he
trabajado para ti, te he sido fiel. Tú mismo has ponderado mi eficiencia. ¿No
me echarían por un error, verdad, Walter? ¡Por favor! Le tomaría mucho tiempo a
alguien nuevo aprender mi trabajo, y en este momento, con la argentina por
llegar, lo que menos nos sobra es tiempo. "¿Nos?" ¿Dije
"nos"? ¿Ven? Ni yo misma me había dado cuenta. Es que esto es para mí
una familia; ya saben ustedes que no tengo otra. Pregunten al resto del equipo:
nadie tendrá queja de mí. Al contrario. Dime, Walter: ¿Alguna vez reservé mal
un vuelo? O tú, Miguel: ¿quién hizo frente a los productores cuando los temas
no estaban a tiempo para grabar?
_Está bien, Nélida _ le responde Miguel antes de que hable su
representante, porque sabe que este querrá despedirla _ Por ahora no hablaremos
de eso. Te necesitamos para las próximas actividades. Ya decidiremos más
adelante. ¿Verdad, amigo?
_Está bien_ responde Walter de mala gana.
_ ¿Puedo irme? _ pregunta tímidamente ella, volviendo a su papel de
pobrecilla, estrujando el pañuelo de Miguel, apagando los últimos sollozos y
usando su fidelidad al deber como excusa para salir de allí de una vez_ Todo debe
estar a punto cuando ella llegue.
Miguel mueve solamente la mano indicándole la puerta, mientras Walter,
aún visiblemente molesto por la magnanimidad de su amigo, se limita a darle la
espalda.
_ ¡Ah! Una cosa más _dice ella antes de abrir la puerta.
"¡Increíble!" piensa Walter,"Acaba de salvarse de la
horca y es capaz de pedir un favor".
_Por favor, no le digan a tu cuñado que yo lo delaté. Se enojaría mucho
y…ya saben cómo es…
_ ¿Te atreves a ponernos condiciones, cuando acabas…?
_Walter _vuelve a increpar Miguel_
por favor. Ya logramos lo que queríamos. Cálmate. Está bien. No te
preocupes. Le diremos que Carolina Duprat se presentó con su material, para
asegurarse de que lo recibiéramos y así descubrimos todo.
Cuando ella se retira, Miguel y Walter discuten sobre la decisión del
primero de apartarla de su labor, pero lo hacen muy brevemente, porque el
segundo se da cuenta de que no lo hará cambiar de opinión.
_De verdad que al principio no tenías idea de lo que estaba haciendo,
¿no? Pregunta Walter
_En absoluto. Pero es que no tenía los elementos que manejabas tú. ¿Cómo
te enteraste de que Néstor está con otra mujer?
_ ¿Y quién te dijo a ti que es verdad? Para Nélida, con suponerlo es
suficiente. El fantasma de "la otra - otra" está en la mente de todas
las amantes. Lo único que hice fue exteriorizarlo en palabras. Para las
mujeres, querido amigo, tiene más fuerza la sospecha de lo temido que la
realidad de lo deseado. Por otro lado, hacer hablar a una mujer no es nada del
otro mundo. ¡Lo difícil es hacerla callar!
Miguel sonríe; no puede creer de qué forma han obtenido lo que deseaban.
_ Además _ agrega Walter, irónicamente_ ¿No te lo había dicho? Es
suspicaz y astuta, pero no más inteligente que tu humilde amigo.
Luego, la conversación teje la trama de lo que le dirán a Néstor.
Una hora después, Néstor, transfigurado, sale de la oficina de Miguel.
Está furioso, y no se ha creído el cuento de que ha sido la argentina quien ha
descubierto la farsa. Toma a Nélida violentamente de una muñeca hasta hacerla
levantar de su silla:
_ ¡Tú, has sido tú, desgraciada! ¡A mí no me engañas! ¡Estúpida!
¡Echarlo todo a perder! ¿Para qué? ¿Qué ganas, idiota? ¡Ya te pondrán a tí
también de patitas en la calle! ¿Por qué crees que correrás mejor suerte que
yo?
Al oír los gritos, Walter y Miguel salen de la oficina y lo obligan a
soltarla.
_ Ya te explicamos suficiente, hombre. Más de lo que merecías. Déjala.
Ella no ha tenido nada que ver. Te ha defendido hasta último momento_ dice
Miguel, mientras Walter lo empuja hacia el ascensor, donde Néstor se suelta.
Pero mientras las puertas se cierran, con los ojos fijos en ella, el
falsificador la señala y dice entre dientes:
_Esto no se termina aquí, Nélida.
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