sábado, 28 de noviembre de 2015

Capítulo XV


¡Buenas noticias otra vez! Este año las publicaciones, gracias a Dios, no paran. Mañana, en el Literario Café del Padre Hernán, de  Editorial San Pablo, presentaremos la antología de todos los que participamos.Hay variedad "como en botica" (¡ja, ja! ¡Qué antigua!): poesías, relatos ... como para que los lectores se entretengan y, sobre todo, como escribo en algunas de las autógrafos que dedico " espero que disfrutes al leer estas páginas, tanto como yo lo hice al escribirlas". Muy buenos temas y muy buenos autores (y no lo digo por mí, sino por mis compañeros del Café). Por eso es que subo hoy en nuevo capítulo de la novela, aunque me lo había propuesto los domingos, ya que no sé si a mi regreso de Buenos Aires no tenga tiempo.
Capítulo XV

Carolina está en el sofá, con una mano acariciando la gata (que, indefectiblemente, se acurruca a su lado cada vez que la ve acomodarse allí) y con la otra, distraída, va echando a su café más cucharaditas de las que le gustaría disolver. Lo revuelve y, cuando lo prueba, no puede evitar una mueca de disgusto. Al oír el timbre, desarma rápidamente su posición de "chinito" sin soltar la taza y va hacia el portero eléctrico, mientras Kitty la observa, sorprendida, pues no ha caído en la cuenta de cómo, de repente, está con sus cuatro patas en el suelo, si hace un segundo la cobijaba un cálido refugio.
_ ¡Hola!¡Sí! ¡Pasá!

  Antes de ir hacia la puerta, Carolina arroja el café intomable en la pileta.
_¡Algo caliente, "please"! ¡Lo que sea! _ dice Marta, al tiempo que se va pelando como una cebolla hecha de capas de lana y paño: bufanda, guantes, tapado . . .
-Para una amiga como vos, que se anima a venir un día frío y destemplado como hoy, lo que quieras: té, café, mate . . . ¿Qué querés?
_ Un marido sería lo ideal, pero, por más voluntad que tengas, no lo intentes: yo hace años que vengo buscando y . . . nada: los buenos ya están "enganchados", los lindos no se fijan en mí y los inteligentes tienen más manías que yo y parece que hubieran hecho un voto con la soltería, más sólido que el celibato los sacerdotes.
_ ¡Vamos! _ ríe Carolina _ ¡Algo disponible tiene que haber!
_ ¡Ay, nena, nena! _ suspira Marta, mientras se sienta en el sofá y alza a Kitty, que, gustosa, se prepara a recibir mimos _¡Cómo se nota que no pasaste los treinta y ya encontraste a "tu media naranja"!
Carolina lanza una carcajada:
_¿"Media naranja"? ¡Qué antigüedad, por Dios! Dále, decíme qué querés tomar y volvé al siglo XXI, Martita.
_ Cualquier cosa, lo que tengas, o lo que hagas para vos . . . pero si es té, mejor. Y reíte, sí, reíte. A tu edad yo también me había tragado la pildorita esa: que ahora no era igual que antes, que la mujer tenía el ámbito profesional, así que no se juzgaba su éxito o su fracaso por el marido o por los hijos, que había otras formas de realización . . .
-              ¿Y qué? ¿No es así?
-              Por afuera, en los papeles, sí. Pero la realidad . . . ¡ja! Vas a reuniones familiares o de amigos casados y como todos están en pareja, la tía vieja te pregunta:"Y, nena:¿algo en vista?" Mientras los que no te conocen piensan: "Esta debe ser más rara . . .", y las mujeres te miran con esa condescendencia de : "¡Pobre! La única de toda la reunión que está sin pareja."  Y ni hablar de los cumpleaños de quince o los casamientos: llega el momento de tirar de las cintitas de la torta y vos tratás de pasar desapercibida de cualquier manera: te enfrascás en una conversación, te concentrás en la copa con lo que estás bebiendo, te hacés la que buscás algo en la cartera o te ofrecés para ayudar con los souvenirs, pero . . . nunca falta alguno que te llama a los gritos cuando se preparan para la foto: "¡La tía, la tía, no se olviden de la tía!" Y todo el mundo te busca. Vos te negás  con la mayor cordialidad posible, pero no hay caso, no se conforman hasta hacerte pasar vergüenza: "¡Dále, Martita, a ver si pescás algo!" Y ahí va una, cruzando el salón con todas las miradas encima, a colocarse entre todas las caras adolescentes, desubicada como chupete en la oreja. Si vas a bailar, está repleto de adolescentes, así que creen que fuiste a buscar a tu hijo, y si vas a lugares para mi edad, ya te etiquetan como "desesperada". Y a mí me gustaría encontrar pareja, no te digo que no . . pero . . . en oferta todavía no estoy, ¿viste?. Muchas veces mis amigas casadas, cuando tienen que irse corriendo para ir a buscar el nene al colegio o a preparar la cena me dicen: "Qué suerte  que tenés vos! No tenés hora para volver, vas donde querés . . ." No se imaginan que ser soltera, también es un "trabajo". ¡Peor que antes, querida, peor! Ahora hay que tener los hijos perfectos, el esposo ideal, la casa soñada y el puesto máximo en el trabajo. Todo eso, antes de los cuarenta. ¡Ah! ¡Y con la apariencia física de los quince! Y no de los propios quince: ¡ los quince de las lolitas de tapa de revista! ¡Liberación femenina! Salimos a trabajar, a ser profesionales, a ganarnos nuestro propio dinero ¿Qué liberación femenina? ¡Liberación masculina, fue! Ahora ellos pueden hacer todo lo que hacían antes con una ventaja más: no tienen que mantenernos.
Carolina coloca un plato con galletitas sobre la mesita de café:
_ ¡No seas tan pesimista! Te repito: debe haber hombres buenos que estarían encantados de conocerte: sos simpática, inteligente, culta, independiente, joven. . .
_Gracias por los elogios, Caro, pero no soy pesimista, soy re - a - lis - ta. Aunque fuera todo eso que vos decís, no sería una ventaja, al contrario.
_¿Cómo?
_ Claro: yo no respondo al tipo de mujer que los hombres buscan . . .
_Que es . . .
_ El adornito "mesita de luz".
_¿Mesita de luz?
_ ¡Claro! Llamativa (que no es lo mismo que linda, porque no abarca todo el físico, sino dos puntos fundamentales, vos me entendés), divertida, dócil, y tonta: se usa para lo necesario,  se fanfarronea con los amigos y, después . . .de adorno. No tiene que escucharla, comprenderla, ni comprometerse para nada.
_Mmm . . . no sé si será tan así. A mí me parece que estás generalizando demasiado. No todos los hombres son así. Estoy segura de que hay hombres interesados en vos. Lo que pasa es que estás en una postura que . . . bueno ... hace que no los veas.
_ Ah, bueno, interesados, puede ser, pero, así como yo no soy el tipo que los hombres buscan, los que se muestran "interesados", como vos decís, son de la única clase que yo no acepto.
_¡Ah! ¿Viste, que son prejuicios tuyos también? A ver, ¿qué tipo de hombres son, que los rechazás así, sin darles la chance de conocerlos mejor?
_¡Casados, querida! _ dice Marta, tomándose el anular izquierdo _ ¡Casados!
Las dos se ríen y Carolina le da una suave palmada en el hombro, antes de sentarse y disponerse a tomar el té.
_Bueno, pero no me llamaste para llorar solterías, ¿no?
_No.
_ ¿Entonces?
_ Me llamaron por las letras.
_¡Qué bien! Te llamaron de . . .
_ De México, si _ un segundo de silencio y Carolina se da cuenta de que ha cometido un insalvable error _ ¡Ay!
_ ¡Caíste, caíste! _ ríe y palmotea Marta _ Soy tan ingeniosa que hasta yo me admiro. Así que otra provincia, y qué sé yo . . . ¡Es en México la cosa!
_ No, no . . . Martita, te lo pido por favor, por lo que más quieras, ni una palabra a nadie por ahora.
_Pero, por supuesto, querida. ¿Con quién te creés que estás hablando? _ hace gesto de cerrar la boca con un candado invisible y tirar la llave _ Pero no me matés del suspenso y contáme qué  pasó.
_Primero me llamó la misma mujer de la vez pasada, desde México y me preguntó si estaba disponible para reunirme con representantes de ellos aquí en la Argentina.
_¿Ellos . . . ?
_¡Ah, no! Esta vez no me vas a sacar de mentira verdad.
_Es que lo que yo entiendo es por qué tanto secreto. ¿Por cábala, nada más?
_ No, es que me lo pidieron, y si resulta algo bueno, no lo quiero arruinar.
_Precisamente, si es algo bueno . . . acordáte del relato del Conde Lucanor "quien te aconseja guardarte de tus amigos, mucho quiere engañarte, y sin testigos".
_ Ya te salió el Sancho Panza, hilando refranes como cuentas de collar.
_ No es para tanto. Yo cito cuando me dan ocasión, nada más. No lo tomes a mal, Caro, al contrario, no sabés lo contenta que estoy por vos. Pero precisamente porque te aprecio, quisiera que tuvieras cuidado. ¿Y? ¿Qué le dijiste?
_Que sí, por supuesto.
_¿Así, no más sin hacerte un poco de rogar? Van a pensar que no te lo querés perder por nada y que vas a aceptar cualquier condición.
_ Para eso siempre hay tiempo. Además, no terminó ahí la cuestión. Esa misma noche me llamó un representante de Buenos Aires y acordamos una cita _ cuando Marta se dispone a abrir la boca, Carolina continúa _ No, no, quedáte tranquila. A la primera fecha me negué, porque tenía clases, así que propuse otra y ya arreglamos horario.
Carolina se desplaza por la habitación, va a bajar la persiana porque ya ha oscurecido, se retuerce las manos y suspira. Marta no le pierde pisada, pero no dice nada. La conoce muy bien, y sabe que preguntarle si está nerviosa sería una obviedad y sólo lograría ponerla más ansiosa.
_ Pasado mañana _ dice Carolina_ Pasado mañana a las once me esperan.

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