lunes, 9 de noviembre de 2015

¡Hola, aquí estoy! Por fin un poquito más frecuente. Espero poder seguir así. Lo ideal sería una vez por semana ya fijada, así sabrían cuándo abrir  el  blog. Si puedo organizarme así, les aviso por este medio o por Face. De paso: 5, 4,3,2, 1 ...¡cero! ¡Sí! ¡Faltan sólo cinco días! Entramos en la cuenta regresiva para la presentación de "Historias de paz" en La Plata, en el Salón Mora, en la calle , que queda en 48 nº 754 (10 y diag. 74) a las 19 hs. Mmmm ... Algunos nervios pero mucha alegría, no sólo por la obra sino por ver caras queridas.
Bueno, ahora sí seguimos con la novela: ¡Dios quiera que no se cansen de esperarme y que pueda subir los capítulos antes!


Capítulo XII

Al día siguiente, después de una mañana de trabajo, en un restorán cerca del estudio, almuerzan Nélida, Néstor, Walter y Jorge Díaz, el compositor que trabaja con las letras de Néstor.
_¡Qué bueno es que podamos salir a almorzar! Ya estaba harta de comer en la oficina.
_Lo que sucede _ contesta Walter mirando a Nélida _ es que Miguel no puede salir porque lo asedian las admiradoras, y me quedo para acompañarlo. Pero ustedes pueden salir cuando gusten.
_Yo acostumbro ir a casa. Vivo cerca y, además, me gusta pasar tiempo con los niños _ contesta Jorge.
_Entonces _ dice Walter, dirigiendo una mirada intencionada a Nélida y a Néstor _ quedan ustedes dos . . .
Néstor se apresura a contestar:
_Cuando Alicia sale de compras suele pasar por mí al estudio y almorzamos juntos.
Un mesero que conoce a Walter, se acerca a él y habla un segundo. Walter pide permiso y va hacia el teléfono.
Jorge comienza a hablar sobre la música que compusieron esa mañana.
_¿Te gustó lo  que se me ocurrió para el último tema?
_Sí, sí, por supuesto _ contesta Néstor.
_¿Ya estás trabajando en las nuevas letras? En cuanto estén, podremos empezar con la música.
_Precisamente estoy ocupando las noches en eso. 
La voz de Néstor no puede ocultar el nerviosismo. Busca desesperadamente con la mirada a Walter, para evitar la conversación.
_Tengo que irme _ dice Walter, apresurado _ Los dueños de la compañía de grabación vendrán a revisar unos contratos. Ustedes pueden quedarse, si quieren.
Cuando Jorge saca su billetera, Walter le toca el hombro:
_Ya me encargué de la cuenta, pero . . . ¿por qué no toman un café?
_Yo mejor me retiro. Tengo que ocuparme de unos encargues de mi esposa en el centro _ dice Jorge, parándose.
Palmeándole la espalda, Walter bromea:
_¡Esposo y padre abnegado! ¿Eh? Eres uno de los pocos hombres casados que a veces me causan envidia. Eres un ejemplo para nosotros. _ y agrega, con una sonrisa sarcástica dirigida a Néstor _ ¿No te parece, amigo?
_Por supuesto, por supuesto . . . _ contesta él, sin acusar el golpe.
_Bien, nos vemos luego _ dice Walter _ ¡Ah! Por cierto . . . Si Alicia pasa por la oficina, ¿le digo que se reúna aquí contigo?
Néstor, entendiendo lo que Walter dice entre líneas, se defiende:
_Esta semana estará en casa de su madre. Necesitaba un cambio de aire, y yo aprovecho la soledad para concentrarme en el trabajo.
_Claro . . . En el trabajo . . . _ dice Walter, mirando de soslayo a Nélida.
Jorge y Walter se despiden, quedando Néstor y Nélida.
_¿Es cierto que Alicia viajó? ¿Por qué no me lo habías dicho?
_La convencí apenas anoche y partió esta mañana en el coche. Además, después de tu actitud en el parque, no quería hablarte. Creí que estarías molesta. Por eso te evité toda la mañana.
_Está bien. Estaba disgustada. Pero bien sabes que no puedo enojarme contigo por mucho tiempo . . . no puedo . . . De ser así, debería haberte dejado en cuanto me di cuenta de que no abandonarías a tu esposa.
Néstor le toma la mano y ella lo mira a los ojos por un minuto, pero luego reacciona y la retira. Él la tranquiliza:
_¡No te preocupes! ¡Alicia está a kilómetros de aquí!
_Ella sí. Pero mucha gente de la oficina frecuenta este lugar. _ le contesta, mirando a su alrededor.
_ Apenas ayer dijiste que eso no te importaba.
_ Estábamos más lejos. Además, una cosa es que nos vean hablando en un parque,
y otra que nos observen en una actitud romántica.
Néstor también se aparta y echa una mirada hacia las otras mesas. Hace señas al mesero para que traga un café. Pregunta a Nélida y ella acepta, así que corrige la orden para dos.
_Telefoneé a Argentina.
_¿Y? _ interroga él.
_Tiene problemas para viajar. En realidad, lo que argumenta tiene sentido: ya que le solicitamos que mantuviera el secreto, no puede dejar su trabajo ni sus conocidos sin una explicación razonable.
_¿No puede decir que está muy cansada y, simplemente, tomarse unos días?
_ Tiene novio. Sería difícil explicarle que viajará sola.
_¿Inventar que viene a visitar familiares que no conocía?
_Su familia no lo creería.
_¿Un congreso, o un curso prometedor para su carrera? Luego podríamos falsificar un certificado de asistencia.
_Si  el curso fuera tan ventajoso, alguna compañera de trabajo se ofrecería a acompañarla, y, recuerda: no debemos tratar con nadie más que con ella. Además, aunque te parezca increíble, hay personas a las que no les agrada mentir, Néstor. Le llaman . . .ética. ¿La tuviste alguna vez?
       Néstor se arma contra el sarcasmo:
_ Claro que sí. Pero me ocurrió lo mismo que a ti: me deshice de ella en cuanto noté que me impedía avanzar en mis ambiciones. Igual procedí con la conciencia: una voz molesta que te reprocha cada vez que intentas darte gusto.
_¡Ja! Parece que estás de mejor humor hoy. ¿Ya no te parecen tontas mis ideas?
_No discutamos otra vez. No me parecieron tontas tus ideas. Es sólo que . . . estaba asustado.
_Y ahora . . . ¿Ya no es así?
_Ahora estoy presionado por Miguel y por Jorge, así que estoy dispuesto a seguir con esto.
_Bien, porque tuve otra idea. La joven me llamó más tarde, para hablar con libertad. En los minutos de espera planeé otra cosa: ¿Conociste a Alberto Hidalgo? Según me dijeron, trabajaba en publicidad para Miguel, antes de que yo llegara.
Néstor está molesto, pero disimula:
_Sí, lo conozco.
_¿Sabes dónde vive ahora?
Néstor miente:
_No, no tengo idea.
_¡En Argentina! ¿No te parece genial?
_¿Por qué?
_¡Tonto! ¿No te das cuenta? Él puede ser nuestra conexión: Lo llamamos, le explicamos el asunto, le ofrecemos dinero y él arregla las cosas con esa . . .Carolina.
_Pero es que . . . _ balbucea Walter, visiblemente disconforme _ Él ya no trabaja para Miguel.
_Mejor aún, no tendrá que rendirle cuentas.
_No, no. Tú no entiendes: él es argentino. Vivió varios años aquí. Luego hizo amistad con Walter, a él le gustó su trabajo y le aconsejó a Miguel que usara sus servicios.
_¿Es argentino?Mayor beneficio
: la compatriota le tendrá más confianza. Pero . . . ¿Por qué regresó? Por lo que sé, está en Buenos Aires.
_Miguel descubrió que estaba utilizando el dinero de sus campañas para cuestiones personales.
_¿Y lo despidió?
_No. _ Néstor duda _ Decidió irse.
_Esto se pone cada vez mejor. Si quedó resentido con Miguel, estará de nuestro lado.
_¿Y contribuirá a que Miguel tenga excelentes temas para su nueva grabación?
Nélida queda pensativa un momento, pero reacciona:
_Ofreciéndole dinero, todo quedará olvidado.
_Desgraciadamente, él no es así.
_ A fin de cuentas, todos ceden cuando la suma es importante.
_No creo. Además . . . _ Néstor duda antes de seguir hablando, pero como Nélida lo mira imperativamente,  continúa  _ Yo . . .
_¡Ya sé! ¡No me lo digas! ¡Tuviste algún problema de faldas con él !
Néstor traga saliva, revuelve el café que acaban de servirle y niega con la cabeza.
_No. No se trata de eso. Es que fui yo quien lo delató.
_¿Le dijiste a Miguel lo que hacía? ¿Por qué? ¿Qué te importaba a ti? ¡Como si no lo hubieras hecho tú varias veces!
_No se lo dije a Miguel. Se lo comenté a Walter. Como era su amigo, creí que lo arreglarían  sin mayores consecuencias. No sé cómo llegó a oídos de Miguel.
Nélida se enoja:
_Cuando las cosas empiezan a encontrar su curso, viene tu pasado a arruinarlas.
Guarda silencio un momento, e insiste:
_Quizás si hablo con él, diplomáticamente, sin mencionar tu nombre . . .
_¡No! ¡Aprovechará la oportunidad para arruinarme de alguna forma!
_Pero, Néstor . . .
Él cambia de actitud, no por convencimiento, sino para evitar una discusión.
_Escucha: tranquilicémonos. No es que no esté agradecido por lo que estás haciendo, pero tomaste la iniciativa en todo esto, así que . . . déjame pensarlo y déjame tomar en adelante las decisiones. No lo estoy descartando. Sólo . . . permíteme pensarlo un poco. ¿Está bien?
Nélida no entiende las dudas de Néstor. Sospecha que le está ocultando algo. Sin embargo, piensa que lo convencerá más rápidamente fingiendo afecto, que desautorizándolo.
_Bien. Y . . . ya que Alicia no está . . . podríamos seguir discutiéndolo en mi apartamento, esta noche.
_No puedo. Telefoneará muy tarde.
_Pues, deja el contestador. Mañana la llamas y le dices que trabajabas en el estudio.
_Nélida: sólo un poco más. Espera sólo un tiempo. Quiero que todo salga bien. Si telefonea y no me encuentra, se desvelará pensando y me lo reprochará durante tres días. O peor aún: regresará antes de lo previsto.
_Bien. Pero prométeme que pensarás lo de Hidalgo.
_Prometido.
_Y ahora _ dice Nélida _ será mejor que salgamos separados.
_Tienes razón _ contesta Néstor, terminando de un sorbo su café. _ Saldré ahora.
Observa que nadie los mire y la besa en la mejilla.
Nélida lo ve alejarse y continúa mirando por el ventanal del restorán, pensativa. En su mente vaga la sospecha, seguida por el deseo de despejarla.








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